Brujas y súcubos (proyecto en curso) 

Brujas y súcubos

Frente a una botánica de clasificación, propongo una galería de presencias que se intuyen, pero no se nombran porque no sabemos cómo hacerlo.

Los pétalos marchitos se combinan como restos de un ritual que no hemos podido presenciar.  Lo orgánico deviene otra cosa: espectros, piel, símbolos que insinúan algo inasible. Observamos lo natural hasta el punto en el que deja de serlo y con la paciencia de saber que acabará por responder.

Lo vegetal: no como objeto biológico, sino como lenguaje residual, superficie donde la forma ha empezado a disolverse. Vestigios de algo más antiguo que la palabra: el rito, el mito, la imagen anterior al discurso.  Retorna y nos inquieta porque percibimos que nunca ha estado del todo ausente.

Hay algo de infancia en estas figuras, pero una infancia ya extraviada, contaminada por el deseo, el miedo y la superstición, todo disfrazado de inocencia. Esa falsa niñez aparece como territorio de voces descompuestas, de juegos que rozan el conjuro y el aquelarre. Intuimos un matiz perversamente dulce en estos fragmentos: como si el deseo, la memoria y la muerte se hubieran ocultado bajo capas de epidermis vegetal.

Allí está también lo femenino asociado a lo orgánico, lo periférico, lo prohibido: brujas, súcubos, plantas venenosas, curativas, o las dos cosas. Manifestaciones de una sabiduría profunda, que nos gustaría ser capaces de descifrar.