En un jardín fantástico / In a fantastic garden


Francisco Carpio, Catálogo de la exposición en la Galería May Moré, 2007︎︎︎Scroll down for English text

Les cuento: me he citado con Aníbal Merlo en un jardín fantástico; en el territorio húmedo, gaseoso y sólido de los paisajes imaginarios. Un espacio dibujado con el compás de los sueños, con la escuadra y el cartabón de las ficciones. ¿Qué mejor lugar que ése para encontrarse con alguien que lleva ya cierto tiempo recorriendo un largo viaje por los reinos de lo (im)posible? Este es un jardín lleno de luces y también lleno de tinieblas, transitado por extrañas glorietas, parterres y senderos, habitado por las singulares criaturas de una singular Botánica de  las sombras.

Así, casi sin darme cuenta, me doy de bruces con Tierra-Aire, una planta que hunde las raíces del tiempo en el pecho arcilloso y milenario de la tierra, a la vez que despliega el rítmico dibujo orgánico de sus formas sobre el invisible papel del aire. Las raíces de esta extraña criatura vegetal, húmedas como lenguas e hirientes como estiletes, tienen siempre al seis como su número germinal y múltiplo. Tal vez sea porque están hechas de minutos. Y penetran, penetran sin piedad y con precisión de reloj, a través de la carne de piedra y arena. Sus hojas, doradas y negras, son almendradas como una vulva, y frías como el metal de un sexo inalcanzable… Sigo mi camino, fascinado por la exacta y cruel geometría de esa planta, y encuentro de nuevo, sin apenas un respiro, otra extraña presencia. La Sombra Sólida es ciertamente una oscura princesa del reino vegetal. Su cuerpo tangible y real no alcanza casi –si no es con muchas fatigas y dificultades- la tenue apariencia de una delgada línea vegetal. Una línea-liana que cuelga, humilde e (in)invisible de otras ramas ajenas, como un parásito permitido. De noche, ésta es su única realidad aparente: un minúsculo y pendiente trazo vegetal. Pero al llegar el sol del mediodía, un milagro visual y sensorial ocurre. Ese imperceptible gesto en el aire arroja el ovalado regalo de una sombra imponente, negra, metálica y sólida. Sombra exacta y perpendicular al paño del suelo. Sombra de la oscuridad del hierro y del negro sonido del blanco silencio…  El silencio, que es siempre descolorido como una muda y vieja fotografía, me atrae hacia una semioculta rotonda; allí me espera una también semioculta criatura. La desconfianza, el seco beso del miedo en el estómago, las ambiguas bóvedas del cobijo y del ocultamiento, el germinal embrión de un falso crecimiento hacia adentro, son algunos de los mecanismos que alumbran el huidizo cuerpo de la Planta Replegada. En lugar de crecer para el exterior, y de medir con sus formas el curioso aire, se desarrolla interiormente, de manera que resulta ser una de las escasas criaturas vivas que va desapareciendo a medida que aumenta su crecimiento. Tal vez sea por ello una espléndida metáfora vegetal del tiempo. Planta que habla el menguante idioma de las palabras cóncavas y de las frases convexas… Yo mismo creo estar ahora menguando y replegándome, como en un sueño de torbellino, cuando a lo lejos veo a Anibal que se acerca. También yo me acerco, pero aún tengo tiempo de quedar fascinado por una última aparición. Del seno insondable del barbecho surge un círculo formado por espirales. Enroscada en su interior, siguiendo dibujos giratorios, yace una serpiente de hierro: es la Flor Mecánica. Forma creciente, como la nebulosa, aparece bajo el rubio ojo del sol. Forma petrificada, como un caracol de granito, aparece bajo el beso negro de la luna. Exhala el perfume de la rueda de las transformaciones y tiene el ocre y rojizo color del motor inmóvil. Estambres metálicos, pistilos minerales, sabia savia solidificada; todo su ser crece a partir de un pétalo central que se (des)enrolla como las ondas de hierro lo hacen sobre el agua del espacio… Y, despacio, como ejecutando los pasos de un raro ballet onírico, por fin ambos nos encontramos…

FRANCISCO CARPIO. Aunque, según podemos ver, aparentemente esta es una exposición de esculturas y de fotografías y, por tanto, la presencia de la pintura se convierte en ausencia, lo cierto es que sigo detectando un indudable aroma pictórico en todos estos trabajos. ¿Estás de acuerdo con esto?

ANIBAL MERLO. Sí, ha habido una voluntad deliberada por mi parte de bloquear, digámoslo así, la salida pictórica como tal, para que en todo caso fluyera por otras vías,  incorporando nuevos elementos al proceso creativo.  Y quizás también, inconscientemente, he querido cultivar esa paradoja que tú apuntas:  que una parte importante de lo que deseo expresar se manifieste a través de su ausencia. Lo cual nos lleva a situarnos en otro terreno, más allá de los límites formales y las categorías, que tú expresas muy bien con tu metáfora olfativa.

FC. Efectivamente, y me huelo –por seguir de nuevo con esta alegoría del olfato- que cada vez te mueves con más conocimiento de causa y con más curiosidad por otros terrenos, como por ejemplo, el brumoso y engañoso territorio de la representación. Es mas, creo que desde hace ya un cierto tiempo reside en tu obra una evidente voluntad reflexiva y analítica sobre las poco fiables  mecánicas de la percepción ¿Qué puedes decirme de ello?

AM. Te contesto con otra pregunta: ¿No crees que es una suerte que la percepción posea esa capacidad consciente de dejarse “engañar”,  que nos  abre las puertas de ese territorio en el que es posible, por ejemplo,  que  las cosas sean y no sean al mismo tiempo?

FC. Y yo, ahora, te contesto con una respuesta: Sin ningún género de dudas, sí. No deja de ser fascinante que nuestros sentidos nos engañen –a veces es un engaño del que somos totalmente conscientes, un puro juego-, y que las cosas tengan, por lo menos, una doble lectura. Del mismo modo, estoy seguro de que la ambigüedad –perceptiva, representativa, visual e incluso conceptual-  acaba siendo una palabra vertebral importante en tu abecedario creativo...

AM. Bueno, yo creo que un cierto grado de ambigüedad es algo consustancial a una obra que por su propio carácter artístico aspira a tener más de un significado, a ser capaz de generar muchas lecturas distintas, ¿no te parece?

FC. De nuevo estoy de acuerdo contigo. Esa polisemia que toda auténtica obra artística encierra, pienso que es una de las pistas que nos indican por donde van algunos de los tiros –nunca de salva- de lo que debe ser el arte. Cambiando de tercio, el concepto de escala y de proporción está igualmente bien imbricado y arraigado en estas obras. Un sentido de escalas y proporciones que juega con una cierta idea ilusoria de monumentalidad, e incluso pienso que plantea interesantes perspectivas sobre el diálogo entre micro y macromundos. ¿Qué piensas de todo esto?

AM. Llevando este tema a un extremo, podríamos imaginarnos encontrando  en alguna biblioteca un tratado que estableciera la relación matemática entre las dimensiones de las cosas y su significado para nosotros. Más allá de este empeño imposible, esa correlación, como todos sabemos está ahí. El tamaño de ciertos monumentos funerarios o religiosos, por ejemplo, a mí me habla de la necesidad de convencer, o convencerse. aunque por supuesto caben otras interpretaciones. Quizás, como tú dices, me interese mostrar lo ilusorio de la monumentalidad, generándola a partir de algo muy pequeño, lo cual de alguna manera equivale a relativizar el tamaño del espectador.. Puede que se trate de un juego que me sirve para  explorar otros mundos. Por cierto, y hablando de micro y macromundos, ¿A ti no te hubiera gustado ser físico o astrónomo? (¿o... botánico?)

FC. Francamente creo que me conformo con ser un habitante –lo más consciente posible- de este Planeta Arte de nuestros pecados (y de alguna de nuestras virtudes…). Lo que, bien mirado, no se aleja demasiado de la magia de ciertas leyes físicas o de la atracción gravitatoria que –como un fenómeno astronómico- ejerce sobre nosotros la creación artística… Por otra parte, la idea de Botánica –que aparece incluso en el propio título de tu exposición Botánica de las sombras- me resulta especialmente sugestiva. Creo ver en ella un guiño cómplice hacia el espectador: Botánica como sustrato orgánico y natural presente en estas obras, y también como una cierta voluntad de taxonomizar y de ordenar, a través de sus singulares formas, el aparente  “caosmos” –Joyce dixit- en el que (mal)habitamos...

AM. Si hablamos de otros mundos, ¿por qué no visitar otros reinos? Ahí están los mensajes que nos envían desde allí artistas como Karl Blossfeldt, o Georgia O’ Keefe, y por supuesto la propia naturaleza, cada vez más frágil y delicada, pero siempre fascinante. El título alude a una cierta conexión entre una propuesta abstracta y lo orgánico, concretamente con las plantas y el paisaje, aunque la mía es una vegetación irreal, que crece en territorios ignotos. Y por otro lado, me gusta el contraste absurdo de plantear la sistematización de una materia que por su propia naturaleza es evanescente y difícilmente clasificable, me refiero a los sueños, los fantasmas,  la oscuridad, las sombras.

FC. Hablando precisamente de otros reinos, otra constante que percibo en tu trabajo de estos últimos años parece ser la creación visual de mundos imaginarios, otros mundos que, sin embargo, y citando la famosa frase de Paul Eluard, podrían perfectamente estar en éste...

AM. La ciencia, el arte, la propia vida,  nos muestran que la idea de “estar en este” está en continua expansión, abarca más y más cosas. Lo cual da aún más validez a esa frase tan bella de Paul Eluard. La realidad encierra capas de percepción y comprensión, sin hablar de los delirios y los sueños, que también forman parte de nuestro mundo. Respecto a mi trabajo, es verdad que me atrae la idea de que de él emane algún tipo de aroma –por seguir con tu expresión- a otros mundos. Si algún día lo consiguiera sería una manera de aportar mi personal granito de arena en la ampliación de éste. Por cierto, lo del granito pierde su modestia si se convierte en un microcosmos...

FC. Es verdad, al final todo acaba siendo una cuestión de escala... Yo tampoco me resisto a seguir con más metáforas de los sentidos: Así, encuentro especialmente sabrosas, e incluso táctiles y hasta si me apuras musicales –desde un punto de vista iconográfico y conceptual- las imágenes de estas fotografías que ahora presentas. Son como paisajes semiabstractos, de difícil identificación y reconocimiento, a medio camino entre las fantasmagorías de lo irreal, y la plausible existencia de un mundo tangible, visible y verdadero ¿Estás de algún modo de acuerdo conmigo en esto?

AM. A lo mejor coincides conmigo en que la fotografía vuelve a poner sobre la mesa del arte un tema que creo que en literatura es bastante central, el de la verosimilitud, aunque más no sea que para jugar con él. Un ejemplo muy interesante y muy cercano de ese tipo de juegos es el de Joan Fontcuberta. En cierto modo es otra paradoja, la de apartarte de la realidad pero llenando tus alforjas con la mayor dosis posible de ella. Y aquí también podríamos hablar de lo corpóreo y objetual de las esculturas. . No sé si he contestado a tu pregunta o me he ido por las ramas. Por cierto, ¿has visto cuántas veces, sin buscarlo, aparece lo vegetal en nuestro lenguaje?

FC. Si, es totalmente cierto. Estamos yendo de flor en flor, es decir de idea en idea, a lo largo de esta charla, y quizás nos hemos ido metiendo poco a poco en el laberinto de un jardín lleno de senderos que se bifurcan. Un jardín en el que además hay también amplias zonas de sombra. Esto me recuerda las inquietantes palabras de Vita Sackville-West: “En la sombra de un hombre hay más enigmas que en todas las religiones del mundo”. ¿Existen y habitan también en las sombras de estas obras, sombras vegetales, suficientes enigmas para construir otra religión, en este caso, la religión de ciertas formas sombrías?

AM. Me gusta imaginar territorios tan profundos o tan lejanos que hasta allí no llega la luz. O pensar en ese fenómeno que se da durante la noche, cuando la ausencia de luz natural impone su uniformidad, como si el tiempo se detuviera porque no hay signos evidentes de su paso, como sucede durante el día. Y ya que me preguntas, no puedo dejar de citar a Junichiro Tanizaki, en su Elogio de la sombra cuando dice que “...nosotros los orientales creamos belleza haciendo nacer sombras en lugares que en sí mismos son insignificantes. Hay una vieja canción que dice: Ramajes / reunidlos y anudadlos / una choza / desatadlos / la llanura de nuevo...”



Hear me: I am going to meet Aníbal Merlo in a fantastic garden, in the humid, gaseous and solid territory of imaginary sceneries. A space with a layout drawn with the compass of dreams and the square and triangle of fictions. What better place is there to meet someone who already has spent some time traveling a long trip in the kingdoms of the (im)possible? This is a garden full of lights and also full of darkness, journeyed by strange gazebos, flowerbeds and footpaths, inhabited by the singular creatures of a singular Botany of the shadows.

This way, almost without realizing it, I come across with Ground-Air, a plant that sinks the roots of time in the clayish and millennial breast of the ground, and simultaneously spreads out the rhythmic organic drawing of its forms on invisible air paper. The roots of this strange vegetable creature, humid like tongues and sharp like stilettos, always take six as their germinal and multiplying number. Perhaps it is because they are done of minutes. And they penetrate; cruelly penetrate with clockwork accuracy, across the meat and sand stones. Her golden and black leaves are almond shaped like a vulva and cold like the metal of an unattainable sex … I go on in my way fascinated by the exact and cruel geometry of this plant, and find again, scarcely taking a breath, that another insider was waiting. Surely, Solid Shade is a dark princess in the vegetable kingdom. Its tangible and real body almost doesn’t reach - without so many fatigues and difficulties - the tenuous appearance of a thin vegetable line. A line-vine that hangs, like a consented parasite, humbly and (in)visibly from other branches. At night, this is its only apparent reality: a minuscule and hanging vegetable line. But after the sun of the midday comes in, a visual and sensory miracle happens. An imperceptible gesture in the air throws the oval gift of an imposing, black, metallic and solid shade. It is a punctual shade perpendicular to the soil tapestry. Dark iron shade and black sound of   white silence … The silence, which is always discolored like a mute and old photo, attracts me towards a semisecret rotunda; there waits for me a hardly hidden creature. The suspicion, the dry kiss of fear in the stomach, the ambiguous shelter of vaults and secrecy, the germinal embryo of an inward false growth are some of the mechanisms that gives light to the elusive body of the Folded Over Plant. Instead of growing out to the exterior, and measuring with its forms the curious air, it develops internally, so it turns out to be one of the scarce living creatures that are disappearing as its own growth increases. Perhaps from this it turns out to be a splendid vegetable metaphor of time. A plant that speaks the diminishing language of hollow words and convex phrases … I am thinking now about being diminishing myself and withdrawing, as in a maelstrom sleep, when in the distance I see Anibal who approaches. I also come towards him, but I still have time to remain fascinated by a last appearance. From the bottomless bosom of the fallow arises a circle formed by spirals. Wound in his interior, following revolving drawings lays an iron snake: it is the Mechanical Flower. Increasing form, like a nebula, appears under the fair-haired eye of the sun. Petrified form, like a snail of granite, appears under the black kiss of the moon. It exhales the perfume of the wheel of transformations and has the ocher and reddish color of the immobile engine. Metallic stamens, mineral pistils, wise hardened sap; all its being grows from a central petal that (un)winds like the iron waves do on the water of space … And, slowly, as stepping the dance of a rare oniric ballet, finally both we meet …

FRANCISCO CARPIO: Although, as we can see, seemingly this is an exhibition of sculptures and photos and, therefore, the presence of the painting is turned into absence, the true thing is that I keep on detecting an undoubted pictorial aroma in all these works. Do you agree with this?

ANIBAL MERLO: Yes, there has been, let’s say, a deliberate will from my part to block the pictorial statement as such, so that in any case it should flow through other routes, incorporating new elements into the creative process. And perhaps also, unconsciously, I have wanted to cultivate this paradox at what you aim: that an important part of what I wanted to express is evident through its absence. All this leads us to being located in another area, beyond the formal limits and the categories, which you express very well with your olfactory metaphor.

FC: Really, and I sniff out, going on again with this allegory of the smell, that you are moving every time with more knowledge of cause and with more curiosity for other areas, as for example, the misty and deceitful territory of the representation. Moreover, I think that a clear reflective and analytical will resides already in your work, since a certain time ago, on the slightly trustworthy mechanics of the perception: What can you say to me about it? 

AM: I answer you with a another question: Don’t you believe that it’s a luck that the perception possesses this conscious capacity of being cheated, that allow us to open the doors of this territory in which it is possible, for example, that the things are and are not at the same time?

FC: Now I answer you with an answer: Yes, without any doubts. It is always fascinating that our senses cheat us - sometimes it is a trick we are completely conscious of, a pure game - and that things have, at least, a double reading. In the same way, I am sure that the ambiguity - be it perceptive, representative, visual and even conceptual - ends up by being an important vertebral word in your creative ABC...

AM: Well, I think a certain degree of ambiguity is something innate to a work that hopes from its own artistic character to have more than one meaning to be capable of generating many different readings. Don’t you think so?

FC: Again, I agree with you. I think this polysemy that any authentic artistic work has, is one clue that shows us where some of the shots go - never volley rounds- to where the art must be. Changing the third, as in the bullfights, the concept of scale and of proportion is in the same way well imbricated and established in these works. A sense of scale and proportion plays with a certain illusory idea of monumental character, and I even think that it raises interesting perspectives in the dialogue between micro and macro worlds. What do you think of all this?

AM: Taking this topic to an extreme, we may imagine us finding in some library a treatise establishing the mathematical relation between the dimensions of the things and its meaning for us. Beyond this impossible commitment, this correlation is there, as all we know. For example, the sizes of some funeral or religious monuments show me how to convince, or to become convinced although, of course, other interpretations fit. Perhaps, as you say, I was interested in to show the illusory of the monumental character, generating it from something very small, which somehow is equivalent to take the spectator’s size as relative. Maybe it’s a game that allows me to explore other worlds. By the way, speaking about micro and macro worlds: Wouldn’t you have enjoyed being a physicist or an astronomer or… a botanist?

FC: Frankly, I feel myself content by being only an inhabitant, as much conscious as possible, of this Art Planet of our sins (and of some of our virtues). This, all things considered, doesn’t move too much away from the magic of physical laws or from the gravitational attraction that the artistic creation exercises on us like an astronomical phenomenon. On the other hand, the idea of Botany - that turns out to be enclosed in the proper title of your Botany of the shadows - is especially suggestive to me. I am thinking about seeing in it an accomplice wink towards the spectator: Botany as an organic and natural substratum present in these works, and also like a certain will of taxonomies and arrangements, across its singular forms, the apparent "chaosmos" - Joyce dixit – where we live in...

AM: If we speak about other worlds: why not to visit other kingdoms? Here are the messages that artists like Karl Blossfeldt, or Georgia O’Keefe, sent us from there, and of course those of nature itself, each time more fragile and delicate, but always fascinating. The title alludes to a certain connection between an abstract proposal and the organic thing, specifically with the plants and the scenery, although my vegetation is a very unreal one, which grows in unknown territories. On the other hand, I like the absurd contrast of raising the systematization of a matter that for its own nature is evanescent and hardly classifiable; I refer to the sleep, the phantoms, the darkness, and the shades.

FC: Speaking precisely about other kingdoms, another constant that I perceive in your work of the latter years seems to be the visual creation of imaginary worlds, other worlds that, nevertheless, and quoting the famous phrase of Paul Eluard, might be perfectly in this one...

AM: Science, art, life itself, they show us that the idea of “being in this one” is in continuous expansion, includes more and more things. Moreover this gives validity to the beautiful phrase of Paul Eluard. The reality shuts up layers of perception and comprehension, without speaking about the frenzies and the sleep, which also are part of our world. With regard to my work, it is true that I am attracted by the idea   that from it arises some kind of aroma - following your expression - of other worlds. If some day I get that it would be a way of contributing my personal granite of sand in its enlargement. Certainly, that thing about the granite loses its modesty if it turns into a microcosm...

FC: It’s true. In the end everything ends up by being a question of scale ... I don’t refuse to continue with any more metaphors of the senses either: This way, I find especially tastily, and even tactile and musical, if you hurry me up, from an iconographic and conceptual point of view, the images of these photos that now you exhibit. They are like semi abstract sceneries, of difficult identification and recognition on the halfway between the phantasmagorias of the unreal thing, and the commendable existence of a tangible, visible and real world: Do you agree somehow with me in this?

AM: Perhaps you coincide with me that the photography puts on the art table a topic I believe in literature is quite central, that of verisimilitude, although at least be it only to play with. A very interesting and very nearby example of this type of games is that of Joan Fontcuberta. In a certain way it is another paradox, that of coming out from reality but filling your saddlebags with the biggest movable amount of it. And here also we might speak about the corporeal and objective components of the sculptures. I don’t know if I have answered your question or wandered off the point. By the way: have you seen how many times, without looking for it, does the vegetable thing appear in our language?

FC: Yes, it’s true. Along this chat we were going from flower to flower, that’s to say from idea to idea. Perhaps we have been getting little by little into the labyrinth of a garden full of forking footpaths. Gardens in which there are also wide shaded areas. This reminds me the worrying words of Vita Sackville-West: In the shade of a man there are more enigmas than in all the religions of the world”. Do they exist and live also in the shades of these works -vegetable shades- enough enigmas to construct another religion, in this case the religion of certain shaded shapes?

AM: I like imagining territories so deep or so distant that even the light doesn’t go in. Or to think about this phenomenon that happens during the night, when the absence of natural light imposes its uniformity, as if the time were stopping because there are no clear signs of its flow, contrary to what happens during the day. And since you ask me, I can’t fail quoting Junichiro Tanizaki, in his Praise of the shade when he says “... we the oriental people create beauty making shades to be born in places that for themselves are insignificant. There is an old song that says: Branches / assemble and knot them/ a hut / untie them / the prairie again...”

Mark