Aníbal Merlo: vivir en frontera



Jesús Cobo
Catálogo de la exposición en la galería Bereshith, Toledo, 1990
Vivir en frontera es siempre peligroso. Pero el premio es seguro. En frontera, todo equilibrio es inestable. Mas por lo mismo, los hallazgos son múltiples e insospechados. Allí donde se cruzan los caminos, donde chocan y rompen los impulsos, donde se desvanecen todas las seguridades. Allí se ha puesto a vivir y a pintar Aníbal Merlo.

Las fronteras están, a qué decirlo, en la propia capacidad reflexiva del hombre, que las busca o las huye. Instalado en ese resbaladizo territorio, Aníbal Merlo ha venido desarrollando una labor de cuidadosa transcripción formal de su mundo interior, para la que utiliza un lenguaje expresivo esencialmente abstracto, lleno de infínitas posibilidades de selección y combinación.

Aníbal Merlo trabaja sobre presupuestos de seriedad, de rigurosa depuración formal y funcional. Intelectualmente sensible, atentísimo de la vida y del cosmos, aprendiz sereno y permanente, expresa en cada obra un conocimiento posible, nunca evidente, una incertidumbre razonable, nunca desoladora. De ahí se sigue su eficacia comunicativa, la captura inmediata de la atención del espectador, que no contempla jamás una obra de Aníbc Merlo con indiferencia.

Movimiento que alcanza la plenitud de su reposo, quietud que ensaya la movilidad, fugacidad del tiempo en su deseo de eternizarse, solidez estructural de lo deleznable. Estas son algunas de las gigantescas fronteras temática que interesan a Merlo, aquellas en las que encuentra sus fermentos creadores y en las que, valerosamente, profundiza obra a obra. Sobrio de anécdota, libre de narratividad, elegante y ligero como un clásico.



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