Elogio de las sombras / In Praise of the Shades
Marcos-Ricardo Barnatán, Periódico El Mundo, martes 17 de julio de 2007︎︎︎Scroll down for English text
Aníbal Merlo exhibe en la Galería May Moré fotografías y esculturas en las que da vida a una naturaleza fantástica
La trayectoria artística de Aníbal Merlo (Buenos Aires, 1949) comenzó a principios de la década de los 80 con una exposición individual en una galería de Bonn. Para entonces, el artista ya había establecido su residencia en Madrid. Desde 1974 vive y trabaja en la capital.
Si repasamos su currículo, veremos que su obra ha sido mostrada profusamente en galerías europeas y en instituciones de Buenos Aires (como el Centro Cultural Recoleta), aunque se ha desarrollado desde y en España, explorando caminos convergentes que van de la escultura a la pintura y la fotografía.
Esta nueva muestra en la galería May Moré, su casa en Madrid, lleva por título Botánica de las sombras y se caracteriza por su homenaje a la pintura, que es justamente la disciplina ausente. El artista nos confiesa así su deliberada voluntad de “bloquear la salida pictórica como tal”, pero lo hace para permitir que ésta fluya de una manera indirecta “por otras vías”. Así, tanto las piezas escultóricas (de acero, aluminio, hierro o madera), como en sus fotografías de la naturaleza, se percibe la fuerza de la pintura, que se manifiesta desde esa ambigüedad de estar y no estar presente a la vez.
Algo que él llama “consustancial a una obra de arte que aspira a tener más de un significado”, como pone de manifiesto el curioso e iluminador diálogo que mantiene con el crítico Francisco Carpio.
El arte es en esencia jugar con la marea, es un territorio adivinado por quien lo sueña y trata de transmitirlo a los demás. La Botánica de las sombras que Aníbal Merlo nos brinda aquí, en sus enigmáticas ofrendas, es un mundo cerrado y propio, audaz porque se construye en una frontera casi imperceptible que divide el mundo real del mundo fantástico; un jardín que permite crecer plantas tan extrañas como una espiral en forma de flor mecánica, frutos nocturnos u hojas caídas de árboles ausentes que adoptan la figura de sombras sólidas.
Una naturaleza fantástica que dibujan los objetos y que deja su sombra en las fotografías, dos lenguajes muy complementarios. La luz, entregándose y retirándose también, y el color tatuando policromías, colaboran con justeza para que podamos dejarnos fascinar.
La trayectoria artística de Aníbal Merlo (Buenos Aires, 1949) comenzó a principios de la década de los 80 con una exposición individual en una galería de Bonn. Para entonces, el artista ya había establecido su residencia en Madrid. Desde 1974 vive y trabaja en la capital.
Si repasamos su currículo, veremos que su obra ha sido mostrada profusamente en galerías europeas y en instituciones de Buenos Aires (como el Centro Cultural Recoleta), aunque se ha desarrollado desde y en España, explorando caminos convergentes que van de la escultura a la pintura y la fotografía.
Esta nueva muestra en la galería May Moré, su casa en Madrid, lleva por título Botánica de las sombras y se caracteriza por su homenaje a la pintura, que es justamente la disciplina ausente. El artista nos confiesa así su deliberada voluntad de “bloquear la salida pictórica como tal”, pero lo hace para permitir que ésta fluya de una manera indirecta “por otras vías”. Así, tanto las piezas escultóricas (de acero, aluminio, hierro o madera), como en sus fotografías de la naturaleza, se percibe la fuerza de la pintura, que se manifiesta desde esa ambigüedad de estar y no estar presente a la vez.
Algo que él llama “consustancial a una obra de arte que aspira a tener más de un significado”, como pone de manifiesto el curioso e iluminador diálogo que mantiene con el crítico Francisco Carpio.
El arte es en esencia jugar con la marea, es un territorio adivinado por quien lo sueña y trata de transmitirlo a los demás. La Botánica de las sombras que Aníbal Merlo nos brinda aquí, en sus enigmáticas ofrendas, es un mundo cerrado y propio, audaz porque se construye en una frontera casi imperceptible que divide el mundo real del mundo fantástico; un jardín que permite crecer plantas tan extrañas como una espiral en forma de flor mecánica, frutos nocturnos u hojas caídas de árboles ausentes que adoptan la figura de sombras sólidas.
Una naturaleza fantástica que dibujan los objetos y que deja su sombra en las fotografías, dos lenguajes muy complementarios. La luz, entregándose y retirándose también, y el color tatuando policromías, colaboran con justeza para que podamos dejarnos fascinar.
In the Gallery May Moré Aníbal Merlo exhibits photos and sculptures in which he gives life to a fantastic nature.
The artistic trajectory of Aníbal Merlo (Buenos Aires, 1949) started at the beginning of the 80s with an individual exhibition in a gallery in Bonn. By that time, the artist had already established his residence in Madrid. Since 1974 he lives and works there. If we read his curriculum, we’ll see that his work has been showed profusely in European galleries and in institutions in Buenos Aires (i.e. the Centro Cultural Recoleta), although it has developed his skills from and in Spain exploring convergent ways that go from the sculpture to the painting and the photo. This new review in the gallery May Moré, his art house in Madrid, has for title Botany of the Shades and is characterized by his homage to painting, which is exactly the absent discipline. The artist confesses in this way his deliberate will of “blocking the pictorial exit as such”, but he does it in an indirect way to allow the same to flow “for other routes”. This way, in the sculptural pieces (of steel, aluminium, iron or wood), and also in his photos of the nature, we perceive the force of the painting, which is evident from its ambiguity of being and not being present simultaneously. Something that he defines as “innate to a work of art is that it aspires to have more than one meaning”, and revealed in the curious and illuminating dialogue that he maintains with the critic Francisco Carpio. Art is essentially to play with the tide, it is a territory foreseen by the one who dreams it and tries to transmit it to others. The Botany of the Shades that Aníbal Merlo offers here to us is one more of his enigmatic gifts, a bold world closed and of his own built on an almost imperceptible border that divides the real world from the fantastic one; a garden that allows to grow plants as strange as a spiral in the shape of a mechanical flower, night fruits or fallen sheets of absent trees that adopt the figure of solid shades. A fantastic nature that objects draw and leave in the photos two very complementary languages. The light, going forward and backward, and the colour tattooing polychromies, they collaborate so fairly that we could allow us to be fascinated.
The artistic trajectory of Aníbal Merlo (Buenos Aires, 1949) started at the beginning of the 80s with an individual exhibition in a gallery in Bonn. By that time, the artist had already established his residence in Madrid. Since 1974 he lives and works there. If we read his curriculum, we’ll see that his work has been showed profusely in European galleries and in institutions in Buenos Aires (i.e. the Centro Cultural Recoleta), although it has developed his skills from and in Spain exploring convergent ways that go from the sculpture to the painting and the photo. This new review in the gallery May Moré, his art house in Madrid, has for title Botany of the Shades and is characterized by his homage to painting, which is exactly the absent discipline. The artist confesses in this way his deliberate will of “blocking the pictorial exit as such”, but he does it in an indirect way to allow the same to flow “for other routes”. This way, in the sculptural pieces (of steel, aluminium, iron or wood), and also in his photos of the nature, we perceive the force of the painting, which is evident from its ambiguity of being and not being present simultaneously. Something that he defines as “innate to a work of art is that it aspires to have more than one meaning”, and revealed in the curious and illuminating dialogue that he maintains with the critic Francisco Carpio. Art is essentially to play with the tide, it is a territory foreseen by the one who dreams it and tries to transmit it to others. The Botany of the Shades that Aníbal Merlo offers here to us is one more of his enigmatic gifts, a bold world closed and of his own built on an almost imperceptible border that divides the real world from the fantastic one; a garden that allows to grow plants as strange as a spiral in the shape of a mechanical flower, night fruits or fallen sheets of absent trees that adopt the figure of solid shades. A fantastic nature that objects draw and leave in the photos two very complementary languages. The light, going forward and backward, and the colour tattooing polychromies, they collaborate so fairly that we could allow us to be fascinated.