Frutos de la noche

Escultura y pintura sobre papel

La materia habla, se expresa, incluso sueña. Una imagen sorprendente que, sin embargo, nos resulta familiar. Desde Gastón Bachelard  nos es conocido  el concepto de la ensoñación de la materia. Para el filósofo francés, a las imágenes que propone la forma, el contorno de las cosas y el mundo,  hay que añadir las imágenes que sugiere la materia, que se esconden debajo de la superficie; imágenes vinculadas a los cuatro elementos tradicionales: tierra, aire, fuego y agua. Un fondo energético que conectaría la imaginación creadora con el substrato profundo, primitivo, de la vida de las imágenes: en el fondo de la materia crece una vegetación oscura; en la noche de la materia florecen flores negras 10. El artista, al abrir el espacio de la ensoñación de las materias, conecta, hunde sus raices en las primeras imágenes, en las imágenes primitivas, en la ensoñación cósmica que le conduce al fondo de las cosas.

La materia, las materias, forman parte de un proceso de transmutación que crea tejidos, uniones secretas entre ellas. Existe una prolongación entre la sustancia imaginada y aquella otra, percibida, que da lugar a un flujo constante de cambios y transformaciones. (...)


Mercedes Replinger, fragmento del catálogo de la Fundación Antonio Pérez y el Centro de las Artes de Alcorcón, 2002.

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